domingo, 12 de abril de 2009

Han pasado tres horas


Han pasado tres horas
desde tu último beso
y parece que el tiempo
ha quebrado mi piel,
casi sin enterarme.
Todo sigue aquí quieto,
como un vago recuerdo
guardado en tu retina.

Aquí en tu habitación
en un tenue silencio,
frío y gris,
solo escucho el sonido
de las gotas de lluvia
que mojan el cristal,
empañando las horas de tu ausencia.

Todo inmóvil, inerte:
la espera de tu vuelta,
tu inminente llegada,
para que vuelva a ser lo que ahora es quieto
y colocar de nuevo a cero este reloj
(han pasado tres horas y un minuto)
al calor tus labios
con los míos.

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