Ayudar,
no significa tender la mano al otro,
si no has acariciado antes tu corazón.
Como el árbol,
debemos extender, primero las raíces,
fortalecer el tronco grueso y las finas ramas
para enseñar la belleza impar que esconden;
hojas y flores.
Solo así,
podremos dar oxígeno
a todo aquel que quiera respirar.